El baluarte es un reducto fortificado que se proyecta hacia el exterior del cuerpo principal de una fortaleza, situado generalmente en las esquinas de los muros de cortina, como punto fuerte de la defensa contra el asalto de tropas enemigas.
Suele tener la forma pentagonal y, se compone de dos caras, dos flancos y la línea de gola por la cual se entra a la obra. El diseño del baluarte y el hecho de que sobresalga del cuerpo de la fortaleza permite cubrir los otros baluarte es y los muros de cortina con fuego cruzado.
La fortificación moderna siempre ha tendido, en lo posible, a diferenciar y separar las zonas de alojamiento y servicios, de las obras interiores y exteriores o zonas de combate.
Una muestra de la típica zona de combate la tenemos en el baluarte de Santa Bárbara, el mayor de los seis con que cuenta el Castillo de San Fernando.
La presencia de las colinas próximas al baluarte de Santa Bárbara, y sobre todo la gran extensión de campos de cultivo situados frente a él y perfectamente apto para la excavación de trincheras hacían de este frente el más peligroso y, por lo tanto debía ser el mejor defendido. Por eso son las grandes dimensiones de este baluarte así como las del hornabeque de San Zenón, situado frente a él y también el mayor de la Fortaleza. Por estos motivos se construyo otra obra para darle mayor defensa. Se trata del caballero inacabado situado en el interior del baluarte de Santa Bárbara.