El castillo de San Fernando tiene como elementos defensivos fundamentales los baluartes. El baluarte es un reducto fortificado que se proyecta hacia el exterior del cuerpo principal de una fortaleza, situado generalmente en las esquinas de los muros de cortina, como punto fuerte de la defensa contra el asalto de tropas enemigas. Su aparición como elemento defensivo señala el origen de la fortificación moderna, es la base de la fortificación abaluartada a la que pertenece esta fortaleza.
Nació como consecuencia de la introducción del cañón en el combate. El empleo de una artillería eficaz llevó a reducir la altura de las murallas y a aumentar su espesor; las torres, siguiendo el mismo proceso, fueron evolucionando hasta que se transformaron en baluartes. El baluarte tiene planta pentagonal, y está formado por: las caras, que son los lados que forman el ángulo saliente; los flancos, lados que se unen a la cortina y desde los que se flanquea ésta; y la gola, quinto lado, generalmente imaginario, que da a la plaza.
El de San Felipe, al Noroeste, y el de San Dalmacio, al Suroeste, son iguales entre sí, son vacíos, cortados por su gola con muro parapetado y foso, en el que hay cisterna y surtida al foso principal.